Y Zaragoza fluye: septiembre 2017

Situado en la confluencia del paseo de María Agustín y la avenida de Madrid. Catalogado de interés arquitectónico por el Plan General de Ordenación Urbana. Originariamente el espacio ocupado por este conjunto de cuatro casas era una vaquería propiedad de Joaquín Moliner Ibáñez, que encargó la construcción del edificio a Pablo Lacasa y Hermenegildo Gorría, quienes lo proyectaron en 1887. La obra finalizó dos años después. Sus negocios más célebres son el restaurante Casa Emilio (fundado en 1939 y todavía abierto) y el Café Madrid, cuyo cierre en 1997 agravó su deterioro.

Agosto de 2014.

Agosto de 2016.

Los datos de su reforma (tomados principalmente de Heraldo y El Periódico) son confusos respecto a diferentes aspectos, incluida la propiedad. Unos hablan de un dueño inicial, el Grupo Artal, y otros, probablemente más acertados, de varios: unos pocos vecinos, Casa Emilio y el Grupo Artal, que poseía cerca del 80% . En la web (inexistente en la actualidad) de este último aparecía un proyecto virtual del futuro diseño del edificio, que consistía en un bloque de viviendas modernas, con la mayor altura posible. Todo ello eliminando cualquier vestigio del inmueble antiguo, pese a que su catalogación obliga a respetar al menos la fachada, aunque se permite añadir más plantas. También se rumorea que esta empresa presionó para expulsar a los demás dueños tirando tabiques y facilitando la entrada de ocupas y de animales silvestres. A esto se añadieron inundaciones, incendios, robos y desprendimiento de cascotes, que originaron numerosas denuncias y quejas vecinales.

Septiembre de 2010.

-Agosto de 2014:

¿Pintada de los okupas alusiva a alguno de los propietarios que no quieren abandonar el edificio?

-Agosto de 2016:

La E roja como reclamo de Casa Emilio.

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En 2005, tras denegarse la primera declaración de ruina solicitada por Artal, el Ayuntamiento exigió que se realizaran reformas, pero la falta de acuerdo entre los dueños impidió una obra conjunta y definitiva: el propietario del restaurante deseaba rehabilitar, pero se encontraba con la oposición de la inmobiliaria, que dejaba que el edificio se degradara para demolerlo y construir su bloque; además, ésta también se negó a pagar las obras exigidas, hechas en 2006, aludiendo a problemas económicos.

Tres años después, Artal volvió a pedir la segunda declaración de ruina, que también fue denegada. El estado del inmueble llevó al Ayuntamiento a multar a los propietarios periódicamente si no realizaban reformas.

En mayo de 2011 la crisis obligó al Grupo Artal a vender el inmueble, que fue comprado por el Banco Santander. Unas fuentes dicen que en su totalidad; otras, que se quedó con un 10%.

Durante estos últimos años se han realizado algunos trabajos, como la consolidación de aleros y de balcones, pero ante la falta de acuerdo entre los dueños y con una sentencia del TSJA que obliga a obras de mantenimiento y de rehabilitación, en diciembre de 2016 el Ayuntamiento comenzó dichas obras, cuya factura pasará a los propietarios.

Detalles de marzo de 2017:

Por otra parte, parece que el Banco Santander tiene intención de llegar a un acuerdo con los demás dueños para hacer una reforma posterior a la actual y es probable que amplíen la altura del edificio.